El Guerrero de Gredos 2016: la leyenda crece

Mes y medio ha pasado desde que volví de las vacaciones y de mi segundo Guerrero de Gredos.

Antes de empezar el verano os contaba que tenía como reto completar la distancia de 45 km lo cual sería mi primer ultra en esa tierra que tanto aprecio.

Pero no pudo ser. No fui capaz de entrenar  durante el verano por falta de tiempo, calor, y cansancio.

Y me vi obligado por mi sentido común a abandonar la idea (cosa que no suelo hacer) y cambiar mi inscripción a la distancia de 22 km, con un recorrido que ya conocía al haberlo completado la primera edición y ser una distancia que sabía podía completar de nuevo. El recorrido es igualmente bonito y tenían alicientes suficientes con una exigente subida y una divertida bajada con repechos.

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Recordé lo que disfruté la primera edición el recorrido de 22 km y no dude en que era mejor elección disfrutar esos 22 km que arrastrarme y no completar 45 km.

Fue dificil tomar esa decisión, no suelo renunciar a nada que me propongo.

Pero en este caso valió la pena. El objetivo sigue ahí y algún día lo lograré.

Y a cambio pude disfrutar de un fin de semana maravilloso por esa hermosa tierra llamada Candeleda con un grupo de amigos corredores con los que comparto el día a día en Tigers Running Club.

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Ciñéndonos a la carrera os puedo decir que la organización fue bastante buena. Todo lo que estaba en sus manos estuvo bien hecho y a tiempo.

La atención recibida como corredor fue muy buena y solo hubo un pero que no estaba en su mano controlar; el extremo calor que hubo durante  la carrera y dificultó mucho la misma.

El año pasado en esas mismas fechas no se llegó a los 30 grados y en esta edición tuvimos mas de 40 grados.

Podrías pensar en cambiar la fecha de la carrera o adelantar la hora de salida, sobretodo para las distancias de 14 y 22 km.

El adelanto de la hora me parece que sería una buena decisión (ojo que habría que correr sin luz al principio) pero el cambio de fecha lo veo complicado porque o bien coincidiría con otras carreras a las que bastantes participantes se inscriben o bien te arriesgas  a pasar al otro extremo y tener mal tiempo. Dificil decisión.

Debido a este calor lo que debería haber sido una carrera similar a la del año pasado, por lo menos para mi fue un bonito, duro e inesperado reto el que me encontré. Yo sufro mucho con el calor (llego a tener dolor de cabeza en las noches de verano mientras duermo y voy con pijama de verano en diciembre) y esa situación fue dura de gestionar.

Llegué a tener que buscar una sombra en uno de los puntos de avituallamiento y echarme literalmente a dormir tras la durísima subida a pleno sol que no supe gestionar a nivel de hidratación.

Mi increíble compañera Denisse de Tigers Running Club (@unamamaenzapatillas en Instagram)  me acompañó durante toda la subida pero no fui capaz de seguirla cuando empezaba la bajada al empezar a sentir dolor de cabeza y mareos. Muy grande esta mujer.

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Tuve que insistirle en que siguiera adelante mientras yo paraba a intentar recuperarme. Como había voluntarios durante todo el recorrido no había problema en buscar ayuda para abandonar o pedir atención médica si la necesitaba. Un fuerte aplauso a todos los voluntarios que me hicieron sentir seguro durante la carrera.

Pensando en donde abandonar mientras estaba echado al lado de un pilón y casi a punto de llorar de rabia empecé a sentirme mejor con el descanso y decidí continuar hasta el siguiente avituallamiento andando.

Se me hizo eterno sin duda ese camino pero sirvió para mentalizarme que podía acabar si me recuperaba bien comiendo sólido y bebiendo y controlando el ritmo andando y corriendo a intervalos.

No era la primera vez que vivía esta situación puesto que en la Transcandamia del año pasado una indigestión por la cena previa a la carrera me hizo vomitar y tener que recuperarme en carrera de ese contratiempo.

Y  en efecto tras un buen rato en el avituallamiento, muy completo y con gente encantadora velando por mi salud, me empecé a recuperar y recuperar la sonrisa.

Y vaya si lo hice. Acabé corriendo a ritmos altos y adelantando a bastante gente (tenía que ir practicamente el último) lo que me ayudó a no parar hasta la meta y disfrutar de todo el escenario que me rodeaba y entrar de la manera que veis.

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Esta carrera es donde mas he sufrido y sin embargo es una de las que guardo en mi cabeza y mi corazón  con especial cariño porque consigue sacar lo mejor de mi mismo, esfuerzo, resistencia, tesón y no rendirse nunca.

Y una gran lección: Debo preparar con la misma seriedad sino mas las carreras de montaña especialmente en lo relativo a hidratación y nutrición durante la carrera y entrenar en montaña en las mismas condiciones que vaya a encontrarme el día de competición.

Pero mas importante aún te hace pensar y escucharte a tu cuerpo, ser humilde y al final te recompensa con una llegada a meta donde todo el cariño del mundo te está esperando.

Y os prometo que algún día completaré esos 45 km.

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